Dios siempre nos escucha.
Hay momentos en la vida en los que pareciera que Dios no estuviera ahí, incluso aquella fe solida sucumbe ante el miedo y las dificultades.
Sin embargo, Dios nunca nos abandona, está tan presente que llora y se alegra con nosotros. Tanto es su amor que incluso su silencio reconforta y acompaña.
El ejemplo de aquella viuda que pide con insistencia justicia nos representa a nosotros. Cristo hoy nos invita a tener una fe a abandonada pero insistente frente a Dios, porque solo una vida abandonada en su providencia reconoce los verdaderos milagros del Padre en medio de ella. ¿tienes tú esa fe abandonada?.