XXIX Domingo del tiempo ordinario

XXIV Domingo del Tiempo Ordinario

Dios siempre nos escucha.

Hay momentos en la vida en los que pareciera que Dios no estuviera ahí, incluso aquella fe solida sucumbe ante el miedo y las dificultades.

Sin embargo, Dios nunca nos abandona, está tan presente que llora y se alegra con nosotros. Tanto es su amor que incluso su silencio reconforta y acompaña.

El ejemplo de aquella viuda que pide con insistencia justicia nos representa a nosotros. Cristo hoy nos invita a tener una fe a abandonada pero insistente frente a Dios, porque solo una vida abandonada en su providencia reconoce los verdaderos milagros del Padre en medio de ella. ¿tienes tú esa fe abandonada?.