XXIV Domingo del Tiempo Ordinario

XXIV Domingo del Tiempo Ordinario

En este domingo se nos proponen tres parábolas con un solo sentido, centremos nuestra mirada en la del Padre Misericordioso y sus personajes:

El padre: Aunque el padre esta rebosante de alegría por la vuelta de su hijo menor, no se ha olvidado del mayor. no da por supuesto que él sepa lo que está pasando. su alegría era tan intensa que casi no podía esperar a empezar la fiesta, pero cuando vio llegar al hijo mayor, lo dejo todo, salió a recibirle y le pidió que se uniera a ellos.

El padre viste al hijo con signos de libertad de hijo de Dios, ropa de honor, anillo de herencia y calzado del prestigio.

El hijo menor: traiciona los valores de la familia y de su comunidad para ir a un país lejano este es el mundo en el que se ignora todo lo que en casa se considera sagrado, uno de los grandes retos de la vida espiritual es recibir el perdón de Dios. Cuando el hijo regresa a casa es para descubrir su condición de hijo y convertirse en Padre.

El hijo mayor: la parábola deja claro que él no está en casa, sin embargo, su extravío es más difícil de identificar. al fin y al cabo, todo lo hace bien, obediente, servicial, cumplidor de la ley y muy trabajador, pero surge una nueva faceta «el se enfadó y no quiso entrar» alegría y resentimiento no pueden coexistir, el padre no le obliga, pero le llama con amor «hijito mío tu estas siempre conmigo…» la confianza y la gratitud son las disciplinas para la conversión del hijo mayor.

Sin confianza no es posible permitir que te encuentren, la gratitud va más allá de lo mío y tuyo y reclama la certeza de que todo en la vida es puro don.