XXII Domingo del Tiempo del Ordinario

XXII Domingo del Tiempo Ordinaria

Cada uno de nosotros merece el pleno respeto de los demás, en un mundo de la competencia frenética donde se pretende sobresalir sobre los demás, el Señor nos invita a ser humildes en el verdadero sentido de la palabra, reconocer nuestro propio valor al igual que reconocer el valor del otro y poner nuestras cualidades al servicio de los demás, de forma especial por los pobres, es allí donde toma valor la segunda parábola del día de hoy, los dones y cualidades recibidos deben de ser empleados para tender la mano al pobre y necesitado, para así construir juntos un mundo más justo, fraterno y en paz.

Reconocer nuestra propia dignidad y la de los demás no para ponernos por encima de los demás ni para dominar al otro sino para servir a los demás.

Reflexionemos ¿Cómo es nuestra vida de relación con los demás?